Vivimos en un mundo lleno de tentaciones. No hay reposo para
el pecado, ni reposo para la tentación al pecado. No hay un solo momento en el
que podamos distender nuestra vigilancia. Como dice John Owen: “podremos dejar
el pecado solo cuando el pecado nos deje solos a nosotros, y eso no será así
hasta que estemos del otro lado de la tumba”.
Las tentaciones pueden ser como las olas del mar cuando
rompen a lo largo de la playa; suben y bajan, se derraman y fluyen. Sin
embargo, las tentaciones no son totalmente impredecibles, hay ciertos momentos
en la vida, en las que son más propensas a presionar más duramente que en
otros. Aquí hay 4 temporadas o situaciones en las que necesitas ser
especialmente vigilante contra la tentación.
1.- Una
temporada de prosperidad
La prosperidad y la tentación a menudo van de la mano. No es
que la prosperidad sea una maldición o que debas temerla. Más bien, tú
necesitas ser consciente de que la prosperidad lleva consigo, el alimento y el
combustible para mucha tentación. Agur lo sabía al escribir en Proverbios: “no
me des pobreza ni riqueza; dame a comer mi porción de pan, no sea que me sacie
y te niegue, y diga: ¿Quién es el SEÑOR?” (Proverbios 30:6-7). Guárdate en esos
tiempos de abundancia, y prepárate para una embestida de la tentación: La
tentación de negar que esa prosperidad es un don de la buena gracia de Dios
(¡ingratitud!), la tentación de acumular esos buenos dones (¡codicia!), la
tentación de creer que Dios te prefiere a ti en lugar de a los que tienen menos
(¡orgullo!). Tu prosperidad puede ser la cortina de humo que enmascara una gran
tentación.
2.- Una
temporada de formalidad espiritual
Hay momentos en la vida en los que inevitablemente tu
deleite en Dios crece de manera tibia. Hay momentos en que tu corazón anhela
satisfacción en cualquier otra cosa, antes que en Dios y sus riquezas. En estos
tiempos, tu adoración está marcada por la formalidad; tu tiempo en oración y la
Palabra de Dios se convierten en fríos deberes, y observas con pavor los
momentos de comunión con otros cristianos. Puedes descuidar la búsqueda de la
comunión con Dios, y en lugar de eso, tratar tu relación con Él como solo otro
deber más y carente de gozo en esta vida.
En estos tiempos puedes estar seguro de que Satanás está
cerca para tentarte, para alejarte aún más de Dios y llevarte aún más profundo
dentro de placeres menores. Tu corazón ya está marcado por la frialdad, y él
anhela hacerlo más frío todavía. ¡Lucha! Lucha para restaurar el gozo de tu
salvación.
3.- Una
temporada de bendición espiritual
Así como la tentación puede estar cerca y detrás de tu
apatía espiritual, también puede estar al acecho y cerca de tus momentos
espirituales elevados. Se puede observar esto mismo en la vida de Pablo que
recibió el gran don de ser llevado al tercer cielo y ver a Cristo allí, pero
que fue inmediatamente visitado por Satanás (2 Corintios 12: 7). Dios ama
bendecirnos con esos tiempos de libertad y placer, pero la tentación puede
estar cerca también. En aquellos tiempos de gran disfrute espiritual, puedes
ser tentado a descuidar los medios de la gracia. Tan satisfecho estás en tu
estado actual, que dejas de luchar con el pecado y aceptas esa tolerancia como
un derecho que tienes para ello. Incluso puedes presumir del nivel que has
alcanzado y rogar de todo, menos implorar a Dios que te castigue y te humille.
Disfruta de alcanzar esa altura espiritual, pero no dejes de guardar tu
corazón, tu mente y tu alma.
Inevitablemente entrarás en la dolorosa tentación en aquellos momentos en que te encuentras lleno de confianza en ti mismo. Este fue exactamente el caso de Pedro, quien en la última noche de la vida de Jesús, se jactó de que nunca abandonaría a su Salvador. Sin embargo, en cuestión de horas no sólo lo había abandonado, sino que también lo había negado no una vez, ni dos, sino tres veces. Su confianza en sí mismo incluso le permitió compararse con los demás y jactarse: “Aunque todos te abandonen, yo no lo haré”. Y aún así él cayó gravemente a la primera oportunidad.
Este mundo está lleno de tentaciones que van desde pecados
de lujuria, hasta pecados de ira y pecados de falsas creencias. Cuanto mayor
sea tu confianza en tu capacidad para superar estos pecados en tu propia
fuerza, mayor será tu confianza en que estos pecados no podrían influirte,
mayor será la probabilidad de que te sientas tentado con ellos, y mayor será la
probabilidad de caer en ellos. Ten cuidado con la autoconfianza y huye de ella
desde sus primeras incitaciones.
La tentación llegará. La tentación bien puede llegar en esos
tiempos de prosperidad, en esos tiempos de formalidad, esos tiempos de
bendición, y en esos tiempos de confianza en uno mismo. Pero incluso cuando la
tentación es inevitable, sucumbir a la tentación no lo es. “No os ha
sobrevenido ninguna tentación que no sea común a los hombres; y fiel es Dios,
que no permitirá que vosotros seáis tentados más allá de lo que podéis
soportar, sino que con la tentación proveerá también la vía de escape, a fin de
que podáis resistirla”. (1 Corintios 10:13). Tú debes y tú puedes soportar.
Fuente: sdejesucristo
Amen amen amen
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